Hola a todas y todos, amigos de los animales. Hace mucho que no se me ven las orejas por aquí, pero tranquis, que todo va muy bien. Tuve otro pequeño contratiempo médico hace unas semanas, pero en seguida se solucionó y rápidamente volví a estar fresca y guapa como una rosa de primavera.
Estaba yo hace un momento en mi sillón favorito pensando en los giros tan brutales que a veces da la vida. Uno puede ser un cachorro disfrutando del calor de un hogar y de la compañía de una familia y verse de repente, y casi sin saber cómo, perdido y solo en una cuneta, tiritando de frío y de terror. Pero también puede ocurrir que un día estés encerrada en un agujero, con el cuerpo y el corazón doloridos, condenada a morir de hambre y tristeza, y unas manos desconocidas te agarren fuerte para llevarte lejos, y al día siguiente despiertes sobre cojines y te colmen de caricias y te devuelvan la salud. Todo es posible. Mi historia, afortunadamente, tiene final feliz, y soy consciente que soy una gran privilegiada y sólo unos pocos tenemos esta suerte.
Ahora que llegan los días fríos y lluviosos, sé que pasaré el invierno abrigada y calentita, y no tendré que enroscarme sobre el asfalto, ni buscar comida en los contenedores, ni caminar junto a la carretera bajo la lluvia... pero mientras yo duerma bajo la manta, habrá muchos solitarios soportando el duro invierno, perdidos y tristes, recordando tiempos mejores.
Ojalá todos tuviesen otra oportunidad.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
sábado, 1 de octubre de 2011
En el parque
Hola!
Hoy hay algo extraño en el ambiente, se respira alegría, felicidad, alivio...
lo noto.
Creo que es por Julieta, mi predecesora. Ella ya está en su casa,
a salvo, sin pasar hambre ni frío, y yo me alegro por ella, porque yo
de eso se bastante. Y de soledad, que también duele. Ahora ocupo su lugar
aquí, duermo donde ella dormía y juego con sus juguetes.
Todo ha salido bien, no?
Cambiando de tema, ahora me gusta muchísimo más, si cabe, ir al parque,
por que ya me dejan ir suelta, y como nunca me alejo demasiado, confían en mí.
Me encanta correr de aquí para allá, olfateando rastros, mordisqueando piñas
que me dejan un delicioso aliento a resina, persiguiendo palos, molestando
a Tilo... no puedo dejar de sonreír, ¡el mundo es un lugar maravilloso!
martes, 27 de septiembre de 2011
Contratiempos
Hola de nuevo amig@s de aventuras y desventuras!
Por aquí todo va sobre ruedas, aún sigo tirando un poco en los paseos pero estoy apendiendo a obedecer. Nada me gusta más que ser una chica buena y que me premien con golosinas y achuchones. Lo más importante en el mundo para mí es que me quieran y no podría volver a vivir sin amor y sin caricias. Por eso quiero ser buena.
Pero como todo no puede ser de color de rosa, hace unos días me puse malita. Me llevaron al veterianio a ponerme el chip identificativo que por cierto, ¡cómo dolió! Yo lloraba en la mesa y Tilo desde el suelo me miraba muy preocupado. Luego me pincharon las vacunas y quiso la mala suerte que mi cuerpo sufriese una reacción alérgica a alguna de las sustancias que me inyectaron. Al cabo de un rato empecé a hincharme como un globo, tanto que mi ojos estaban cerrados por completo y me daba miedo caminar a ciegas. El cuerpo se me llenó de habones que me picaban horrores. Así que tuvieron que pincharme de nuevo, en contra de mi voluntad por cierto, pero he de reconocer que enseguida cesaron los picores y pude descansar. Luego por la noche se fue el efecto de la medicina y me volví a inflamar enterita, pero al día siguiente ya estaba mucho mejor y había recobrado mi belleza.
No me gusta que me vean en ese estado pero os voy a dejar unas fotos, por simple curiosidad científica.
¡Lametazos!
Por aquí todo va sobre ruedas, aún sigo tirando un poco en los paseos pero estoy apendiendo a obedecer. Nada me gusta más que ser una chica buena y que me premien con golosinas y achuchones. Lo más importante en el mundo para mí es que me quieran y no podría volver a vivir sin amor y sin caricias. Por eso quiero ser buena.
Pero como todo no puede ser de color de rosa, hace unos días me puse malita. Me llevaron al veterianio a ponerme el chip identificativo que por cierto, ¡cómo dolió! Yo lloraba en la mesa y Tilo desde el suelo me miraba muy preocupado. Luego me pincharon las vacunas y quiso la mala suerte que mi cuerpo sufriese una reacción alérgica a alguna de las sustancias que me inyectaron. Al cabo de un rato empecé a hincharme como un globo, tanto que mi ojos estaban cerrados por completo y me daba miedo caminar a ciegas. El cuerpo se me llenó de habones que me picaban horrores. Así que tuvieron que pincharme de nuevo, en contra de mi voluntad por cierto, pero he de reconocer que enseguida cesaron los picores y pude descansar. Luego por la noche se fue el efecto de la medicina y me volví a inflamar enterita, pero al día siguiente ya estaba mucho mejor y había recobrado mi belleza.
No me gusta que me vean en ese estado pero os voy a dejar unas fotos, por simple curiosidad científica.
¡Lametazos!
domingo, 25 de septiembre de 2011
The power of love
Hace aproximadamente un mes que fui rescatada, liberada de la cárcel de inmundicia donde fui arrojada, quien sabe si para dejarme morir. Salí dolorida, frágil, con el cuerpo débil y la mirada triste.
Sólo un mes, cuatro semanas, han bastado para llenarme de nuevo de vitalidad y energía. Me marchité antes de tiempo pero he vuelto a florecer... ¡y de qué manera! Es el tipo de milagros que puede hacer un poco de amor, juzgad vosotros mismos.
Antes:
Después:
Sólo un mes, cuatro semanas, han bastado para llenarme de nuevo de vitalidad y energía. Me marchité antes de tiempo pero he vuelto a florecer... ¡y de qué manera! Es el tipo de milagros que puede hacer un poco de amor, juzgad vosotros mismos.
Antes:
Después:
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Mi primera semana
Bueno,bueno,bueno, ¡vaya semanita! Ha sido tan de locura que parece que hayan pasado meses desde que estoy en la ciudad.
La primera noche que pasé en casa fue muy confusa, estaba incómoda y el galgo Tilo no me quitaba ojo, así que no dormimos mucho. Al día siguiente me montaron en el coche, algo que me encanta, y estuvimos todo el día en el campo... buuuuf, fue demasiado, tantos olores en mi trufa, tantos sonidos, tanta gente a quien saludar, repartí más abrazos que nunca y todos me correspondían y me estrechaban entre sus brazos, fue un día genial, pero estaba tan ansiosa que no sabía donde atender, y llegué a casa reventada y decidí que esa noche dormiría en la cama.
El domingo estuve paseando por Madrid y me quedé a cuadros al ver a un señor tocando el saxofón en la calle, ¡el mundo es una caja de sorpresas para mí!
El resto de la semana fue más o menos igual en cuanto a estado de nervios, pero eso no se puede evitar cuando las sensaciones te desbordan de tal manera. Me han regañado un poco por tirar tanto durante los paseos y por mi empeño en dar abrazos a los desconocidos con los que me cruzo o husmear en sus bolsas, me dicen que vivo en el país de la piruleta y que me creo que todo el mundo es bueno y me va a querer, pero que hay gente desagradable y perros gruñones. Supongo que tengo mucho que aprender.
Hemos ido mucho al parque donde he visto ardillas, y caballos, ¡alucinante!
Algunas cosas me dan miedo, como los aspersores, la aspiradora que hace un ruido infernal, los secadores de pelo, las planchas metálicas que cubren obras en las aceras... Pero tengo quien me proteja y cuide de mí y eso me da valor y seguridad.
Esta semana estoy más tranquila, me he dado cuenta de que no tengo por qué abrazar a la gente sin ton ni son para que me dediquen atenciones, ya que en casa me dan lo que necesito. Salgo eufórica a la calle, eso sí, porque así soy yo, una perrita feliz y agradecida.
La primera noche que pasé en casa fue muy confusa, estaba incómoda y el galgo Tilo no me quitaba ojo, así que no dormimos mucho. Al día siguiente me montaron en el coche, algo que me encanta, y estuvimos todo el día en el campo... buuuuf, fue demasiado, tantos olores en mi trufa, tantos sonidos, tanta gente a quien saludar, repartí más abrazos que nunca y todos me correspondían y me estrechaban entre sus brazos, fue un día genial, pero estaba tan ansiosa que no sabía donde atender, y llegué a casa reventada y decidí que esa noche dormiría en la cama.
El resto de la semana fue más o menos igual en cuanto a estado de nervios, pero eso no se puede evitar cuando las sensaciones te desbordan de tal manera. Me han regañado un poco por tirar tanto durante los paseos y por mi empeño en dar abrazos a los desconocidos con los que me cruzo o husmear en sus bolsas, me dicen que vivo en el país de la piruleta y que me creo que todo el mundo es bueno y me va a querer, pero que hay gente desagradable y perros gruñones. Supongo que tengo mucho que aprender.
Hemos ido mucho al parque donde he visto ardillas, y caballos, ¡alucinante!
Algunas cosas me dan miedo, como los aspersores, la aspiradora que hace un ruido infernal, los secadores de pelo, las planchas metálicas que cubren obras en las aceras... Pero tengo quien me proteja y cuide de mí y eso me da valor y seguridad.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Recordando el pasado
Ésta es mi historia, contada por Elena:
Soñaste que el cielo tenía rejas.
Que el suelo que pisabas era de frío y áspero hormigón.
Que tus almohadillas te dolían por pisar entre heces y la humedad del orín.
Que apenas tenías pelo que te protegiera del frío porque las miles de pulgas que habitaban en ti habían echo estragos en tu piel y no podías para de rascarte y morderte para calmar esa desazón.
Soñaste que los oídos te estallaban de dolor, tenías una infección debido a tanto parasito que en los conductos moraban.
Apenas oías al viento, los pájaros o la gente que pasaba cerca aunque sin verles, en otros tiempos te consolabas escuchando como paseaba una familia feliz con su amigo perrito por el campo. Era tu única distracción.
Nadie podía verte, pero allí estabas. En un zulo atrapada.
Qué triste pesadilla si hubiera sido así tu vida. Pequeña Morla, solita en el día y la noche, sin poder ver ni las plantas, ni animales ni ser viviente que no pasara por el metro de longitud que tenias por cielo enrejado.
Qué olores nauseabundos los que respirabas en esos días sin limpiar, entre telarañas, pulgas, heces y restos de lo que un día pudo ser comida.
Viendo tu triste mirada recordamos una vieja historia que aunque interminable era muy preciosa. Entre los personajes destacaba la viejita y sabia tortuga Morla, con esos ojos tan grandes y llenos de amor, esas arruguitas que el tiempo y la mala vida la habían marcado esa carita.
Vivía en el pantano de la tristeza, como tu en tus pesadillas.
Hoy despiertas en el sofá, al lado del galguito Tilo y te llevan a pasear por la ciudad. Ves los árboles, la gente te acaricia, jugueteas con otros perros y sonríes al pensar que todo fue una pesadilla.
Tu historia empieza aquí, Morlita.
Soñaste que el cielo tenía rejas.
Que el suelo que pisabas era de frío y áspero hormigón.
Que tus almohadillas te dolían por pisar entre heces y la humedad del orín.
Que apenas tenías pelo que te protegiera del frío porque las miles de pulgas que habitaban en ti habían echo estragos en tu piel y no podías para de rascarte y morderte para calmar esa desazón.
Soñaste que los oídos te estallaban de dolor, tenías una infección debido a tanto parasito que en los conductos moraban.
Apenas oías al viento, los pájaros o la gente que pasaba cerca aunque sin verles, en otros tiempos te consolabas escuchando como paseaba una familia feliz con su amigo perrito por el campo. Era tu única distracción.
Nadie podía verte, pero allí estabas. En un zulo atrapada.
Qué triste pesadilla si hubiera sido así tu vida. Pequeña Morla, solita en el día y la noche, sin poder ver ni las plantas, ni animales ni ser viviente que no pasara por el metro de longitud que tenias por cielo enrejado.
Qué olores nauseabundos los que respirabas en esos días sin limpiar, entre telarañas, pulgas, heces y restos de lo que un día pudo ser comida.
Viendo tu triste mirada recordamos una vieja historia que aunque interminable era muy preciosa. Entre los personajes destacaba la viejita y sabia tortuga Morla, con esos ojos tan grandes y llenos de amor, esas arruguitas que el tiempo y la mala vida la habían marcado esa carita.
Vivía en el pantano de la tristeza, como tu en tus pesadillas.
Hoy despiertas en el sofá, al lado del galguito Tilo y te llevan a pasear por la ciudad. Ves los árboles, la gente te acaricia, jugueteas con otros perros y sonríes al pensar que todo fue una pesadilla.
Tu historia empieza aquí, Morlita.
Hoy empieza todo
Como no podía ser menos, yo, Morla de Luci, también me he hecho blogger. Y no porque sea una envidiosa de Wanda o David, es más bien porque me están pasando tantas cosas en estas últimas semanas, estoy tan llena de emociones que siento que voy a estallar si no las comparto.
Todo comenzó el día que me rescataron del agujero inmundo en el que me crié. Me dolía todo y apenas podía caminar, pero tenía tantas ganas de vivir que mi cuerpo reaccionó enseguida a las medicinas, los alimentos, los mimos y la compañía. Aún me queda un poco para estar al cien por cien, así y todo ya me miran por la calle como un objeto de deseo. Pronto estaré en todo mi esplendor, cuando mi pelo recupere brillo, mi piel se hidrate, y mis músculos se fortalezcan, ¡entonces seré una braca de tomo y lomo!
Bueno, como os iba contando, después de estar en el santuario, me llevaron a la casa en la que vivo ahora, donde comparto cama, sofá y comida con un galgo llamado Tilo, que es re-soso en comparación con los perros de Tresa que fueron mis compañeros en El Hogar. Con ellos podía jugar a lo bruto, pero este Tilo, por más que le cojo las orejas con mi bocota bien abierta, pasa de mí y se pone a dormir o continúa paseando pintiparado sin despeinarse un pelo.... ¡un aburrimiento! Pero ahora es mi hermano mayor y cuando algo me inquieta o me da miedo, le observo y cómo él está tranquilo, sé que todo va bien.
Todo comenzó el día que me rescataron del agujero inmundo en el que me crié. Me dolía todo y apenas podía caminar, pero tenía tantas ganas de vivir que mi cuerpo reaccionó enseguida a las medicinas, los alimentos, los mimos y la compañía. Aún me queda un poco para estar al cien por cien, así y todo ya me miran por la calle como un objeto de deseo. Pronto estaré en todo mi esplendor, cuando mi pelo recupere brillo, mi piel se hidrate, y mis músculos se fortalezcan, ¡entonces seré una braca de tomo y lomo!
Bueno, como os iba contando, después de estar en el santuario, me llevaron a la casa en la que vivo ahora, donde comparto cama, sofá y comida con un galgo llamado Tilo, que es re-soso en comparación con los perros de Tresa que fueron mis compañeros en El Hogar. Con ellos podía jugar a lo bruto, pero este Tilo, por más que le cojo las orejas con mi bocota bien abierta, pasa de mí y se pone a dormir o continúa paseando pintiparado sin despeinarse un pelo.... ¡un aburrimiento! Pero ahora es mi hermano mayor y cuando algo me inquieta o me da miedo, le observo y cómo él está tranquilo, sé que todo va bien.
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