viernes, 16 de septiembre de 2011

Recordando el pasado

Ésta es mi historia, contada por Elena:

Soñaste que el cielo tenía rejas.
Que el suelo que pisabas era de frío y áspero hormigón.
Que tus almohadillas te dolían por pisar entre heces y la humedad del orín.
Que apenas tenías pelo que te protegiera del frío porque las miles de pulgas que habitaban en ti habían echo estragos en tu piel y no podías para de rascarte y morderte para calmar esa desazón.
Soñaste que los oídos te estallaban de dolor, tenías una infección debido a tanto parasito que en los conductos moraban.
Apenas oías al viento, los pájaros o la gente que pasaba cerca aunque sin verles, en otros tiempos te consolabas escuchando como paseaba una familia feliz con su amigo perrito por el campo. Era tu única distracción.
Nadie podía verte, pero allí estabas. En un zulo  atrapada.
Qué triste pesadilla si hubiera sido así tu vida. Pequeña Morla, solita en el día y la noche, sin poder ver ni las plantas, ni animales ni ser viviente que no pasara por el metro de longitud que tenias por cielo enrejado.
Qué olores nauseabundos los que respirabas en esos días sin limpiar, entre telarañas, pulgas, heces y restos de lo que un día pudo ser comida.
Viendo tu triste mirada recordamos una vieja historia que aunque interminable era muy preciosa. Entre los personajes destacaba la viejita y sabia tortuga Morla, con esos ojos tan grandes y llenos de amor, esas arruguitas que el tiempo y la mala vida la habían marcado esa carita.
Vivía en el pantano de la tristeza, como tu en tus pesadillas.
Hoy despiertas en el sofá, al lado del galguito Tilo y te llevan a pasear por la ciudad. Ves los árboles, la gente te acaricia, jugueteas con otros perros y sonríes al pensar que todo fue una pesadilla.

Tu historia empieza aquí, Morlita.



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