Hola de nuevo amig@s de aventuras y desventuras!
Por aquí todo va sobre ruedas, aún sigo tirando un poco en los paseos pero estoy apendiendo a obedecer. Nada me gusta más que ser una chica buena y que me premien con golosinas y achuchones. Lo más importante en el mundo para mí es que me quieran y no podría volver a vivir sin amor y sin caricias. Por eso quiero ser buena.
Pero como todo no puede ser de color de rosa, hace unos días me puse malita. Me llevaron al veterianio a ponerme el chip identificativo que por cierto, ¡cómo dolió! Yo lloraba en la mesa y Tilo desde el suelo me miraba muy preocupado. Luego me pincharon las vacunas y quiso la mala suerte que mi cuerpo sufriese una reacción alérgica a alguna de las sustancias que me inyectaron. Al cabo de un rato empecé a hincharme como un globo, tanto que mi ojos estaban cerrados por completo y me daba miedo caminar a ciegas. El cuerpo se me llenó de habones que me picaban horrores. Así que tuvieron que pincharme de nuevo, en contra de mi voluntad por cierto, pero he de reconocer que enseguida cesaron los picores y pude descansar. Luego por la noche se fue el efecto de la medicina y me volví a inflamar enterita, pero al día siguiente ya estaba mucho mejor y había recobrado mi belleza.
No me gusta que me vean en ese estado pero os voy a dejar unas fotos, por simple curiosidad científica.
¡Lametazos!
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