Como no podía ser menos, yo, Morla de Luci, también me he hecho blogger. Y no porque sea una envidiosa de Wanda o David, es más bien porque me están pasando tantas cosas en estas últimas semanas, estoy tan llena de emociones que siento que voy a estallar si no las comparto.
Todo comenzó el día que me rescataron del agujero inmundo en el que me crié. Me dolía todo y apenas podía caminar, pero tenía tantas ganas de vivir que mi cuerpo reaccionó enseguida a las medicinas, los alimentos, los mimos y la compañía. Aún me queda un poco para estar al cien por cien, así y todo ya me miran por la calle como un objeto de deseo. Pronto estaré en todo mi esplendor, cuando mi pelo recupere brillo, mi piel se hidrate, y mis músculos se fortalezcan, ¡entonces seré una braca de tomo y lomo!
Bueno, como os iba contando, después de estar en el santuario, me llevaron a la casa en la que vivo ahora, donde comparto cama, sofá y comida con un galgo llamado Tilo, que es re-soso en comparación con los perros de Tresa que fueron mis compañeros en El Hogar. Con ellos podía jugar a lo bruto, pero este Tilo, por más que le cojo las orejas con mi bocota bien abierta, pasa de mí y se pone a dormir o continúa paseando pintiparado sin despeinarse un pelo.... ¡un aburrimiento! Pero ahora es mi hermano mayor y cuando algo me inquieta o me da miedo, le observo y cómo él está tranquilo, sé que todo va bien.
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